Fe (Pedro)
Fortaleza (Andrés)
Sabiduría (Santiago, hijo del Zebedeo)
Amor (Juan)
Poder (Felipe)
Imaginación (Bartolomé)
Comprensión (Tomás)
Voluntad (Mateo)
Ley –Orden- (Santiago, hijo de Alfeo)
Celo o Entusiasmo (Simón)
Renunciación (Tadeo)
Vida (Jesús Iscariote)
Estos son los doce centros de acción con que cuenta el ser humano para relacionarse con sus semejantes y crecer como individuo desde su YO interno. Una vez que estemos preparados espiritualmente podremos llevarlos a la práctica y desenvolvernos en la vida con mucha paz interior. Porque tenemos el conocimiento y el poder del pensamiento para trabajar armoniosamente con las doce facultades con que cuenta nuestra mente y alcanzar el Jardín del Edén, que no es otra cosa que el Don Supremo de Dios, quien siempre nos guiará en todas nuestras acciones y manifestaciones y nos permitirá evolucionar en nuestro cuerpo espiritual.
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